Sí, hay una Generación Beat al Sur del planeta, precisamente en Buenos Aires, Argentina. Es una década menor en edad que la Beat Generation de EEUU gestada por Allen Ginsberg, Jack Kerouac, William S. Borroughs, Lucien Carr, Herbert Huncke, Lawrence Ferlinghetti y otros. Inevitablemente, la Generación Beat Sur (registro acá esa marca) recibió sus primeros nutrientes de los poemas y escritos de los poetas Beat del Norte, de la lucha en resistencia a la guerra de Vietnam y en oposición a la discriminación racial contra los negros. El reducido epicentro geográfico de esta Generación Beat Sur se fue dibujando a lo largo de la avenida Pueyrredón, desde el barrio de Recoleta (La Cueva de Pueyrredón entre Juncal y French, hoy entrada a las cocheras de un edificio), al barrio de Once (La Perla del Once, de Pueyrredón y Rivadavia, hoy santuario de conciertos de rock brindados por músicos pertenecientes a las primeras y segundas “olas” generacionales) y de allí al barrio Centro (el Instituto Di Tella, en Florida entre Santa Fe y Paraguay, hoy reemplazado por locales comerciales).
A mi me llegó el vuelo de bautismo en ese circuito recién en 1967, cuando era un pre-adolescente fervorosamente apasionado por los Beatles, y sin saber muy bien a dónde estaba incursionando, mi mamá –artista plástica- me llevó de la mano al Instituto Di Tella a ver dos muestras-happenings de Marta Minujin, y desde entonces los inciensos de “La Menesunda” y las fluorescencias estroboscópicas de “Importation-Exportation” me encandilaron el alma para siempre. Estaba recién llegado a esa nube que me prometía una vida entera de arte y psicodelia cuando de pronto apareció en mi casa Robertino Granados, uno de los integrantes del “Grupo Lobo” de teatro del Instituto Di Tella, a darle clases de expresión corporal a mi hermana y una de sus amigas quinceañeras. Ese día nació una amistad indeleble con Robertino, que hoy, al cabo de 47 años, sigue creciendo y fortaleciéndose con raíces que llegan a los rincones más sutiles de la existencia. Los años me acercaron a más de lo que Gurdjeff habría llamado “Encuentros con hombres notables”, y así llegaron primero en mi localidad natal, San Martín, Sol, el baterista que luego pasó de Londres al Cielo barbitúrico, Tango ó Tanguito o Ramsés, legendario compatriota sanmartinense; más tarde vino Luis Alberto Spinetta en el Bajo Belgrano, y al poco tiempo pude subirme a “El Expreso Imaginario” trayendo a Jorge Pistocchi, Pipo Lernoud, Jorge Kaczewer, Bobby Curto, Alfredo Rosso, Claudio Kleiman y tantísimos más, y casi enseguida Miguel Grinberg y Mario Rabey.
De todos estos nombres de diamante, trataré de reunir en este blog a quienes están de este lado del crepúsculo y a las palabras de los que ya trascendieron el Umbral. Vendrán con libros, poemas, sonidos. Ése es mi compromiso: congregar aquí junto a ustedes, queridos seguidores y visitantes, a la Generación Beat Sur. ¡Muy pronto!
Ah! En todo el posteo no mencioné la palabra “Hippie”. OK, ya está!
Gracias!! por transmitir toda una época, las palabras se convierten en imágenes.
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Gracias por transmitir cultura.
Recuerdo mis saltos en la cama de mis viejos escuchando y viendo por tele a los Beatles.
Mi libro de historia argentina de Romero forrado con la foto del flaco Spinetta en la época de Almendra.
Los Gatos en una presentación de carnavales en el club Marín Fierro y yo en primera fila.
Mis ojos llenos de colores con las obras de Marta Minujin.
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